ESPERANZA :
Cuando todo parece terminarse y el panorama es de lo más oscuro, cuando la vida parece haber perdido su significado y no hay más nada que hacer; cuando nos sentimos acorralados por fuerzas superiores a las nuestras, surge la esperanza como recurso final para encontrar un nuevo rumbo, levantar la frente y continuar hacia adelante y renovar los esfuerzos para cumplir con la misión asignada por la vida.
La esperanza es un detonante. Cuando la tenemos se desencadena en nosotros un deseo de luchar, un ánimo especial para afrontar cada una de las actividades cotidianas, incluso las más difíciles. Ella nos permite adquirir el fuerte deseo de seguir adelante cuando nuestras fuerzas nos abandonan y la voluntad necesaria para renunciar a nuestros sueños aún cuando el camino es una cuesta casi imposible de remontar.
<< Alejandro Rutto>>
ESTELA CARLOTTO
<< VIEJAS COMO ESTAMOS, HEMOS CONSEGUIDO ENCARCELAR A MÁS DE UNO>>
Estela Carlotto (Buenos Aires, Argentina, 1931) es la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, organización argentina no gubernamental fundada en 1977 para rastrear a los niños << desaparecidos>> durante el gobierno militar (1976-1983).
Carlotto fue la única hija de un matrimonio de clase media residente en La Plata. Maestra de formación, se casó con su primer novio, Guido, y tuvieron cuatro hijos, dos niñas y dos niños.
En noviembre de 1977 su hija Laura, estudiante de veintitrés años, fue secuestrada junto a su compañero, en pleno auge del gobierno militar. Estela Carlotto y su marido removieron cielo y tierra para encontrarla. Cuando ya la daban por muerta, se enteraron de que estaba detenida en el campo de concentración clandestino conocido como la Cacha y que esperaba un bebé para junio de 1978, al que Laura pensaba llamar Guido, como su padre. En agosto de ese mismo año, los militares entregaron a Carlotto el cuerpo sin vida de su hija Laura. Del bebé no había ni rastro.
Poco después Estela Carlotto se unió al recién creado grupo de las Abuelas de Plaza de Mayo y desde entonces busca a su nieto, el pequeño Guido.
Carlotto es también presidenta, por la provincia de Buenos Aires, de la Comisión Provincial por la Memoria , creada en al año 2000 para investigar y difundir lo sucedido durante los años del gobierno militar. En 2002, por su participación en esta comisión, Carlotto fue víctima de un atentado del que salió ilesa. Es Doctora Honoris Causa en Derechos Humanos de la Universidad de Massachussets.
Se trata de treinta abuelas, de entre sesenta y cinco y noventa años, que llevan más de veinticinco años manifestándose en la Plaza de Mayo y organizándose para buscar a sus nietos desaparecidos durante la dictadura militar argentina. << Cada una hace lo que sabe: recoger información, pelear con las autoridades o cocinar para las otras>>, me explica la representante de Abuelas de Plaza de Mayo. No hay abuela inútil.
Su nombre fundacional fue Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos. Su ternura es infinita; su tesón, admirable. Hasta el día de la entrevista habían conseguido recuperar a setenta y tres nietos y habían metido en la cárcel a apropiadores de niños, como la propietaria del diario Clarín, doña Herrera de Noble, acusada de criar como propio a un niño arrancado prácticamente del vientre de su madre . Hoy, las Abuelas de Plaza de Mayo están contentas: en Roma han sido condenados a cadena perpetua los generales Guillermo Suárez Masón y Santiago Omar, los asesinos de la hija de Estela Carlotto.
Nos reunimos en una sala de La Vanguardia , a Estela la acompañan dos abuelas más. Da gusto verlas, peinadas y adornadas con pendientes, pulseras y broche. No arrastran su pena. Han abierto su corazón al mundo, recorren Europa contando su historia, deteniéndose en los pequeños detalles. Mientras Estela narra su vida, las otras abuelas se emocionan y lloran; no importa que la hayan oído mil veces. Tienen el corazón blandito y eso las hace fuertes. Pero no todo son lágrimas, también ríen cuando me explican las fiestas que se montan cada vez que encuentran a un <<nietito>>, o cuando Estela recuerda cómo se le declaró a su querido Guido.
Admiro profundamente a esas amas de casa capaces de rebelarse contra la injusticia en lugar de vivir una vejez resignada. Y su forma de hacerlo, esa capacidad de consolarte a ti de sus propias penas poniendo su mano sobre la tuya cuando te asoma la emoción. Quien no sabe llorar, no puede reír.
<<-¿De dónde han sacado la fuerza?
- Del sueño de nuestros hijos, treinta mil jóvenes de esa generación asesinada que nos han enseñado a luchar por una Argentina libre y justa. Yo estoy esperanzada porque, viejas como estamos, hemos conseguido encarcelar a más de uno. No nos detendrán. >>
PERSEVERANCIA
La perseverancia es el aliento o la fuerza interior que nos permite llevar a buen término las cosas que emprendemos sabiamente en el transcurso de nuestro caminar.
Requiere sentido común. A cambio de contar con el valor de la perseverancia obtendremos el gozo de luchar por lo que queremos. Tal vez no lo logremos de inmediato, incluso tal vez no logremos algo en el final, sin embargo es importante disfrutar el camino. La perseverancia brinda estabilidad, confianza y es un signo de madurez.
A veces nos olvidamos de la sabiduría popular, pero no sería mala idea reflexionar solo un momento el viejo refrán : EL QUE PERSEVERA ALCANZA.
SVETLANA BEZRODNAIA
<< Estuve veinte años sin tocar el violín >>
Svetlana Bezrodnaia (Moscú, Rusia, 1939), violinista y directora de orquesta, nació en el seno de una familia acomodada de Moscú. Se graduó en el conservatorio de su ciudad, donde conoció a su primer marido, también violinista. Con él tuvo su único hijo. Casada en dos ocasiones más, Bezrodnaia es, desde 1989, fundadora y directora de la Orquesta de Cámara Vivaldi, formada sólo por mujeres.
La sala de conciertos del Palau de la Música de Barcelona está vacía. Svetlana está sentada en la platea, sola. Las butacas son rojas, ella viste de negro. Es hermosa, una mujer sin edad. Su mirada puede llegar a intimidar. No puedes escapar de su rostro porque la intensidad de su atención exige ser correspondida. Pero no lo puedo evitar, yo quiero ver sus manos. Uñas rojas y dedos blancos totalmente deformados: << Mírelas –me dice de inmediato, dejándolas sobre mi regazo-. Son manos de violinista. La punta de mis dedos son callos, pero están cargados de sensibilidad >>. Toca y dirige a la vez, cuando es un solo se vuelve hacia el público, cuando la orquesta depende de ella, dirige con la mirada, con un movimiento del codo, con el violín… Todo es muy sutil, menos su fuerza, que es evidente.
Ha sufrido, pero ha vencido. Durante toda su vida la ha acompañado el silencio. Fue una niña solitaria, educada en la contención de las clases ilustradas. A los diecisiete años, el día de su graduación, un famoso violinista, que era su propio profesor, la convirtió en <<señora de>> y la apartó del violín. No hubo discusiones, ni reivindicaciones. Svetlana se encerró en su mundo y no volvió a tocar; esa fue su manera de protestar: <<La soledad es positiva, uno puede acumular muchas cosas valiosas…>>.
Tuvo fuerzas para escapar de esa vida que en nada se diferenciaba de la de su infancia. Empezó a impartir clases de violín, y creó y patentó su propio método de enseñanza. Pero la vida la tentó, la devolvió al punto de partida: otro marido, otro violinista que necesitó su energía para crear su propia orquesta. Y Svetlana Bezrodnaia volvió a repetir su propia historia, a poner en otro la pasión por la creación y la música hasta que, gracias a un sueño, comprendió que no se trataba de huir sino de afrontar. El reconocimiento sólo viene de uno mismo. A los cincuenta años creó la Orquesta de Cámara Vivaldi, sólo de mujeres…<< ¡Sí!, las marginadas de la música>>, me dice riendo. Y no es una risa de revancha o de resentimiento, es una risa alegre, liberada: <<Ahora soy yo la que no acepto hombres, sólo los quiero para llevar la carga y las partituras>> ,bromea.
<<Me he vuelto a casar, esta vez con un peridiodista . Él es para mí lo que yo he sido para mis anteriores maridos. Me apoya en todo. Lo conocí a los cincuenta y dos años, fue un flechazo>>.
Mujeres que están cambiando el mundo. El don de arder. Ima Sanchís
Ed. Del Nuevo Extremo, 2004
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